– AGUA NEGRA –
DESCRIPCIÓN
Vida y muerte no son categorías irreversibles. “La vida no es más que un círculo” pareciera insistir un hilillo de intuición que ondea aún ante las dunas de la evidencia que acumula el tiempo. ¿Demasiada humana la insistencia pertinaz de ver fines operando en el entramado de causalidad que le dan origen? La razón empodera, enajena, nombra, posee al mundo natural, tal vez para servir a intenciones sujetas a otras cadenas de finalidad. De ahí la invitación a ver las causas emancipadas de su telos que hiciera John Steinbeck en La Bitácora del Mar de Cortés. Aventurarse a suspender en cada acto de vida un en sí justificado por su propia trayectoria y no por su finalidad funcional.
Así, la supervivencia no parece más finalidad que otra disposición de una forma vital a realizar el acto heroico y demasiado humano de hacer el camino de regreso. Volver del inframundo y de alguna manera conversar, provista de palabra con los demás elementos de lo vivo o de la razón. Objetos capaces de una heroica catábasis posibilita la irrupción del orden de la palabra humana en las cosas del caos de lo biológico.
Un domingo de pascua, el escritor californiano John Steinbeck estuvo de descanso en La Paz. Las reflexiones de ese día, quedaron plasmadas en la bitácora de viaje de la expedición de colecta biológica a la que fue asignado como “escritor de abordo” por su amigo el biólogo Edward Rickets.
De acuerdo con la entrada del 24 de marzo, el naturalista y el hombre de letras caminaron ese caluroso domingo sin poder colectar eficientemente, haciendo un paréntesis discutieron sobre lo que el autor californiano denominó “pensamiento no teleológico”.
Teleológicamente, el objetivo de un huevo de nudibranquio sería sobrevivir y dejar descendencia, pero el frágil organismo costero desova en un solo evento reproductivo millones de huevecillos, de los cuales, solo el más ínfimo porcentaje sobrevivirá y dejará descendencia. ¿Qué puede decirse de 99.999 por ciento restante?
El pensamiento no teleológico dispone una respuesta que no tiene que ver con el porqué o con el cómo. Sino con la esencia de las cosas, expone el escritor. “Estar en el frente teleológicamente es dirigir un grupo, estar en el frente no teleológicamente es sólo estar en la parte de adelante hacia donde se mueve un grupo en un momento preciso”.
El más apto deja de el sobreviviente dejando paso a lo que Steinbeck considera “la forma más cercana a lo que pensaba Charles Darwin”, una serie de situaciones que llevan a alguien a destacar ante un ambiente cambiante.
En la misma ciudad de La Paz, hoy, sus centros de educativos hacen de la ciudad una de las capitales de la investigación marina en el mundo. Albergando la colección ictiológica más importante de Latinoamérica, el interdisciplinario Instituto Politécnico Nacional —fundado en la misma década que Steinbeck visitaba nuestras tierras— protege a los únicos especímenes que nominan especies enteras.
Organismos que dejan de lado su “finalidad” para, eternizados por la ciencia, nombrar las formas que dan al hombre sentido de la diversidad de la vida.
Expulsadas de la penumbra por el tratamiento de la cámara, en las imágenes de Izhar Gómez, los especímenes seleccionados parecen ganar un nuevo fin, una nueva dimensión, una nueva denominación. Ya no de determinación de la certeza de la dominación humana sobre el mundo natural sino de coincidencia con los fines extraviados de la humanidad que deambula en las dunas de sus objetivaciones, desechando sus reflexiones pasadas, buscando nuevo asidero en una playa ya en penumbra, no teleológica, no final, no circular.
–Rodrigo Rebolledo–